El cine reducido a su expresión más básica se resume en una sola idea: contar buenas historias. Da igual si es un romance con vórtices temporales que se unen como La casa del lago (2006, Alejandro Agresti), si es una película épica que recrea un momento histórico como Gladiator (2000, Ridley Scott) o una comedia en el que una ama de casa se convierte en una asesina en serie como Los asesinatos de mamá (1994, John Waters), si la historia es buena, tiene tintes originales, goza de frescura o bien sabemos que va a atraer a un buen número de personas, merece ser contada.
Por ello, si la marca de una compañía ha llegado ser tan afamada hasta convertirse en mainstream y estar en las primeras de la mente del público cuando le preguntan por una determinada marca de un sector concreto, el largo recorrido a ese podio de fama y notoriedad está lleno de historias merecedoras de ser contadas.
Hay muchas historias que aún no han sido contadas por el séptimo arte como la relación entre Hugo Boss con el Tercer Reich, en la que parece ser que el modisto fue quien diseñó los uniformes de los oficiales de las SS nazis, o la creación de la firma deportiva Puma, fundado por Rudolf Dassler cuando su hermano Adolf le echó de la empresa que pusieron en marcha juntos: Adidas. Sin embargo, hay historias que sí han llegado a los cines y que nos han permitido saber mucho más sobre determinadas marcas y arrojar luz sobre un pasado que muchos ignorábamos.
Esa relación entre las marcas y el cine se puede ver en La red social (2010, David Fincher), un film magistralmente dirigido y que narra los inicios de Facebook. Desde la idea primigenia de un Mark Zuckerberg despechado que utilizó la base de datos de la Universidad de Harvard para crear FaceMash una web donde los estudiantes de esa universidad podían poner nota a sus compañeras en función de su atractivo, hasta crear y consolidar la red social más importante del mundo con más de 500 millones de miembros en más de 207 países.
Continuando en el apartado de Internet, el cine nos muestra los entresijos de una de las grandes marcas del ciberespacio como es Google. La película Los Becarios (2013, Shawn Levy) muestra como es el entorno de trabajo del mayor buscador web del mundo, donde la creatividad es uno de los valores más importante y Google encarga de potenciarlo con áreas de entretenimiento-descanso en sus oficinas y retos motivadores. Además, la película nos muestra que el éxito de esta marca es el trabajo en equipo y que todo un jefe de Google Search Appliance (el silencioso personaje de ‘Cascos’) es uno más entre los trabajadores.
Para terminar el apartado tecnológico, otro buen ejemplo del vínculo entre las marcas y el cine son los dos biopics que se hicieron en torno a la figura del fundador de Apple, Steve Jobs. Tanto Jobs (2013, Joshua Michael Stern) como Steve Jobs (2015, Danny Boyle) nos muestran el origen de la compañía en su ardua competencia con IBM por sacar el mejor ordenador personal así como la especialización de Apple por sacar productos innovadores y de alta calidad como el iMac.
Pero no todas las muestras del branding en el cine tienen que ver con empresas tecnológicas, incluso una conocida revista para adultos ha sido el hilo conductor de una película. Estamos hablando de El escándalo de Larry Flint (1996, Milos Forman) que narra las vicisitudes judiciales que tuvo la revista Hustler, y su fundador, Larry Flint, tras ser denunciado por varios colectivos que acusaban a la marca de obscenidad. La justicia estadounidense dio la razón a Flint alegando el derecho a la libertad de expresión, por lo que Hustler abrió el camino a otras revistas como Playboy o Penthouse.
Muchas veces no se tiene en cuenta, pero un equipo deportivo también es una marca, toda vez que más del 87% de los equipos profesionales están constituidos en empresas y se comportan como tal. Un ejemplo de ello, se puede ver en la película Moneyball: Rompiendo las reglas (2011, Bennett Miller) que nos narra como la suerte de los Oakland Athletics un equipo en horas bajas de la Major League Baseball cambia su suerte cuando su mánager general, Billy Baine, contrata a un economista que utiliza el Big Data a la hora de realizar fichajes logrando que el equipo remonte el vuelo.